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domingo, 27 de agosto de 2017

UNA NUEVA AGRICULTURA

Es tiempo de imaginar una agricultura ideal.


El sistema de producción agrícola que consiste en dedicar toda la tierra disponible al cultivo de una sola especie vegetal y la producción insostenible  hoy día se están apartando a un lado por para darle paso a las nuevas prácticas que cuidan el suelo y que sean aplicadas de forma permanente, rotando una gran diversidad de cultivos para no agotar los nutrientes de la tierra. En esta agricultura, los beneficios de la tierra alcanzan a todos aquellos que la trabajan con sus manos, y no sólo a las grandes empresas.

Esta agricultura ideal propone que la producción rentable conviva con la protección del ambiente y los recursos naturales, alterando de forma mínima el suelo a través de la siembra directa y la labranza mínima, protegiendo su cobertura con material orgánico.

Estos son los principios básicos que inspiran la agricultura de conservación, y que la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, FAO que promueve no sólo como un ejercicio de la imaginación sino como una nueva forma de hacer las cosas.

Para enfrentar problemas ambientales como el cambio climático esta nueva agricultura sostenible es lo que se necesita, ademas de aumentar los ingresos de los pequeños agricultores, es también la que nos permitirá alimentar a los millones de personas que sufren hambre en el mundo y nutrir de forma balanceada a más millones de seres humanos que viven con obesidad.

Encaminar la agricultura hacia una forma conservativa, exige voluntad política y trabajo codo a codo con millones de pequeños agricultores, pero implica, sobre todo, responsabilidad moral y también deshacer el daño que se le ha causado al planeta, ya que más de la mitad de las tierras utilizadas para la agricultura en el mundo están degradadas. Recuperarlas no es sólo una prioridad para el desarrollo rural y agrícola, es un deber humanitario.

El cambio de la agricultura tradicional a una sostenible es de carácter urgente, ya que hoy en día la agricultura es una de las mayores emisoras de gases de efecto invernadero, ocupa hasta el setenta por ciento del agua dulce y se expande a costa de los mismos recursos en los que se basa nuestra supervivencia y bienestar.

Esta nueva forma de mirar la agricultura requiere inspirar con el ejemplo, y en América Latina y el Caribe existen las condiciones necesarias para desarrollar esta nueva agricultura. La región posee una biodiversidad y riqueza que la ha permitido contribuir el veinticinco por ciento del crecimiento de la producción mundial de alimentos en los últimos treinta años. En el mismo periodo, es la región que ha hecho los mayores progresos en la reducción del hambre.

En América Latina y el Caribe, FAO apoya múltiples iniciativas nacionales que desarrollan sistemas integrados de rotación de cultivos, los cuales siembran leguminosas para incorporar nitrógeno al suelo. Otros desarrollan cultivos adaptados localmente e incorporan ganado, árboles, polinizadores naturales y formas naturales de realizar control de plagas y enfermedades.

Depende de nuestra generación luchar contra la inercia y generar la agricultura que el mundo actual necesita, una agricultura que no sólo nutra a las personas, sino también al planeta.




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