La agricultura sostenible contribuye a largo plazo, a mejorar el
uso de recursos básicos y la calidad ambiental, ya que son los factores de
los que depende la agricultura, al mismo tiempo, la agricultura sostenible
satisface necesidades básicas en materia de alimentos para una población en
constante crecimiento, siendo económicamente viable y mejorando la calidad de
vida del productor y de todas las personas en general.
Un manejo adecuado de los agroecosistemas
combina la tecnología, políticas y actividades, basadas en consideraciones
ecológicas y principios económicos con la simple finalidad de mantener o
aumentar la producción agrícola sin degradar el medio ambiente.
Existe un sinfín de técnicas para una agricultura sostenible que
van desde lo más simple a lo más complejo. Algunas de estas técnicas importantes
para una agricultura sostenible son:
Siete sencillos
métodos de agricultura doméstica sustentable
1.
Administración del agua
Una de las causas
de que la calidad del suelo disminuya, es una incorrecta administración del
agua, que además afecta a los ríos y a la vida silvestre que dependen de ella.
Para que la tierra no se encarroñe es recomendable realizar drenados de tierra,
los granjeros deben tratar de cultivar solo alimentos propios adecuado de cada región,
pues será más sencillo que estos alimentos se adapten al clima local.
Implementar un sistema de recolección y almacenamiento de agua de lluvia es
necesario para irrigar la tierra sin utilizar los mantos freáticos.
2.
Mantenimiento de la tierra
Para el
mantenimiento de la tierra es necesario que esta tenga movimiento y que pueda
aprovechar el aire, métodos tradicionales como el arado se siguen implementando
gracias a su efectividad. Los fertilizantes naturales como el estiércol o los
cultivos de cobertura, así como el uso de cenizas de carbón natural también
pueden mejorar la calidad de la tierra, y, por ende, la calidad del cultivo.
3.
Limpiar la tierra a mano
Eliminar la cizaña
y los hierbajos utilizando químicos será contraproducente. Lo mejor es cortar y
pacer la tierra antes de que la hierba mala aparezca y se reproduzca.
Claramente esta actividad deja de ser posible en grandes extensiones de tierra,
donde se usa maquinaria agrícola para eliminar estos agentes que pueden
sabotear nuestro cultivo.
4. Variedades de cultivo
Es recomendable no
plantar por tiempos muy prolongados un mismo tipo de semilla, utilizar
distintas variedades de la misma especie asegura que la diferencia genética
produzca cultivos más fuertes. Las semillas transgénicas tratan de sustituir
este proceso que las semillas realizan por sí mismas a través del tiempo; cabe
decir que es mejor utilizar semillas no transgénicas.
5.
Venta de cultivos locales
Empacar, transportar y almacenar cultivos también genera un
consumo innecesario de energía. Utilizar semillas locales no sólo reduce la
huella de carbono, sino que permite que los beneficios económicos del cultivo
permanezcan en la comunidad.
6. Atraer animales que no dañen el cultivo
Antes de la
aparición de los pesticidas, el hombre atraía a los depredadores de aquellos
animales que diezman el cultivo. Algunos granjeros construyen refugios para
pájaros y murciélagos que se alimentan de insectos; incluso compran mariquitas
(catarinas en algunos países) para alimentarse de las plagas.
7. Rotación de cultivo
Otra técnica milenaria para mantener la calidad del suelo y
permitir que los nutrientes vuelvan a estar disponibles para las siguientes
siembras. También puede ayudar a deshacerse de enfermedades o plagas que
afectaran a los cultivos anteriores.
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